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  PALABRA PARA TI
mientras abunde la maldad 

“En el espíritu y con el poder de Elías”




Por: Jair Ochoa

 

“Como en los días de Elías, cuando Dios tenía siete mil que no habían doblado sus rodillas ante Baal,hoy tiene muchos en el mundo que están caminando de acuerdo con la luz que han recibido. Tiene en reserva un firmamento de escogidos que todavía resplandecerán en medio de la oscuridad. En los lugares donde solamente se podría esperar que hubiera cardos y espinas, aparecerán árboles cargados de frutos de justicia. En tales lugares habrá quienes rindan frutos más dulces al Señor que los que viven en lugares más favorecidos. Esparcirán a su alrededor la fragancia de su gracia a medida que florezcan en los lugares menos promisorios” (Carta 39, del 28 de febrero de 1903, dirigida J. Wessells).

“En medio de la apostasía general, Elías no trató de ocultar el hecho de que servía al Dios del cielo. Los profetas de Baal eran cuatrocientos cincuenta, sus sacerdotes cuatrocientos, y sus adoradores se contaban por miles; a pesar de ello Elías no aparentó estar del lado popular . Abiertamente, permaneció solo. . .

Con claros acentos como de trompeta, Elías se dirigió a la multitud: "Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos?" . . . ¿Donde se encuentran los Elías de hoy?” (Testimonies, tomo 5, págs. 526, 527).

“Su celo por la gloria de Dios y su profundo amor por la casa de Israel presentan lecciones para la instrucción de todos los que permanecen hoy como representantes de la obra de Dios en la tierra” (SDA Bible Commentary, tomo 2, pág. 1034).

"Nuestro mensaje debe ser tan directo como el de Juan. El reprendió a los reyes por su iniquidad. Aunque su vida estaba en peligro nunca permitió que la verdad languideciera en sus labios. . . . En esta época de apostasía casi universal Dios llama a sus mensajeros para que proclamen su ley en el espíritu y poder de Elías. Así como Juan el Bautista, al preparar al pueblo para el primer advenimiento de Cristo, les llamó la atención a los diez mandamientos, así nosotros hemos de dar con voz segura el mensaje: 'Temed a Dios y dadle honra porque la hora de su juicio es venida.' Con el mismo fervor que caracterizó al profeta Elías y a Juan el Bautista, hemos de esforzarnos en preparar el camino para el segundo advenimiento de Cristo."-4 BC 1184.

Mirando primero el altar de Jehová, que estaba derribado, y luego a la multitud , Elías clamó con los tonos claros de, una trompeta: "¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos?” (PR 108).

“En el espíritu y con el poder de Elías, Juan denunciaba las corrupciones de los judíos, y levantaba su voz condenando sus pecados prevalecientes. Sus discursos eran sencillos, al punto y convincentes” (RH 7-1-1873).

Hoy también es necesario que se eleve una reprensión severa; porque graves pecados han separado al pueblo de su Dios. La incredulidad se está poniendo de moda aceleradamente. Millares declaran: "No queremos que éste reine sobre nosotros." (Luc. 19: 14.) Los suaves sermones que se predican con tanta frecuencia no hacen impresión duradera; la trompeta no deja oír un sonido certero. Los corazones de los hombres no son conmovidos por las claras y agudas verdades de la Palabra de Dios. Son muchos los cristianos profesos que dirían, si expresasen sus sentimientos verdaderos: ¿Qué necesidad hay de hablar con tanta claridad? Podrían preguntar también: ¿Qué necesidad tenía Juan el Bautista de decir a los fariseos: "¡Oh generación de víboras, ¿quién os enseñó a huir de la ira que vendrá?" (Luc. 3: 7.)

Así han argüido hombres que debieran haberse destacado como fieles guardianes de la ley de Dios, hasta que la política de conveniencia reemplazó la fidelidad, y se dejó sin reprensión al pecado. ¿Cuándo volverá a oírse en la iglesia la voz de las reprensiones fieles?

Los ministros que procuran agradar a los hombres, y claman: Paz, paz, cuando Dios no ha hablado de paz, debieran humillar su corazón delante del Señor, y pedirle perdón por su falta de sinceridad y de valor moral.No es el amor a su prójimo lo que los induce a suavizar el mensaje que se les ha confiado, sino el hecho de que procuran complacerse a sí mismos y aman su comodidad.

El verdadero amor se esfuerza en primer lugar por honrar a Dios y salvar las almas. Los que tengan este amor no eludirán la verdad para ahorrarse los resultados desagradables que pueda tener el hablar claro. Cuando las almas están en peligro, los ministros de Dios no se tendrán en cuenta a sí mismos, sino que pronunciarán las palabras que se les ordenó pronunciar, y se negarán a excusar el mal o hallarle paliativos.

El Señor aborrece la indiferencia y la deslealtad en tiempo de crisis para su obra. Todo el universo contempla con interés indecible las escenas finales de la gran controversia entre el bien y el mal. Los hijos de Dios se están acercando a las fronteras del mundo eterno; ¿qué podría resultar de más importancia para ellos que el ser leales al Dios del cielo? A través de los siglos, Dios ha tenido héroes morales; y los tiene ahora en aquellos que, como José, Elías y Daniel, no se avergüenzan de ser conocidos como parte de su pueblo. La bendición especial de Dios acompaña las labores de los hombres de acción que no se dejan desviar de la línea recta ni del deber, sino que con energía divina preguntan: "¿Quién es de Jehová?" (Exo. 32: 26.) Son hombres que no se conforman con hacer la pregunta, sino que piden a quienes decidan identificarse con el pueblo de Dios que se adelanten y revelen inequívocamente su fidelidad al Rey de reyes y Señor de señores. Tales hombres subordinan su voluntad y sus planes a la ley de Dios. Por amor hacia él, no consideran preciosa su vida. Su obra consiste en recibir la luz de la Palabra y dejarla resplandecer sobre el mundo en rayos claros y constantes. Su lema es ser fieles a Dios.

Hermano cristiano, Satanás conoce tu debilidad; por lo tanto aférrate a Jesús. Permaneciendo en el amor de Dios, puedes soportar toda prueba. Sólo la justicia de Cristo puede darte poder para resistir a la marea del mal que arrasa al mundo. Introduce fe en tu experiencia. La fe alivia toda carga y todo cansancio. Si confías de continuo en Dios, podrás comprender las providencias que te resultan ahora misteriosas. Recorre por la fe la senda que él te traza. Tendrás pruebas; pero sigue avanzando. Esto fortalecerá tu fe, y te preparará para servir. Los anales de la historia sagrada fueron escritos, no simplemente para que los leamos y nos maravillemos, sino para que obre en nosotros la misma fe que obró en los antiguos siervos de Dios. El Señor obrará ahora de una manera que no será menos notable doquiera haya corazones llenos de fe para ser instrumentos de su poder.

“El espíritu que prevalece en nuestro tiempo es de incredulidad y apostasía. Es un espíritu que se cree iluminado por el conocimiento de la verdad, cuando no es sino la más ciega presunción. Se exaltan las teorías humanas y se les hace reemplazar a Dios y a su ley. Satanás tienta a los hombres y mujeres a desobedecer al prometerles que en la desobediencia hallarán una libertad que los hará como dioses. Se manifiesta un espíritu de oposición a la sencilla palabra de Dios, un ensalzamiento idólatra de la sabiduría humana sobre la revelación divina. Los hombres permiten que sus mentes se llenen a tal punto de oscuridad y confusión por la conformidad con las costumbres e influencias humanas, que parecen haber perdido toda facultad de discriminar entre la luz y las tinieblas, entre la verdad y el error. Se han alejado tanto del camino recto que consideran las opiniones de algunos así llamados filósofos como más fidedignas que las verdades de la Biblia. Las súplicas y las promesas de la Palabra de Dios, sus amenazas contra la desobediencia y la idolatría, parecen carecer de poder para subyugar sus corazones. Una fe como la que impulsó a Pablo, Pedro y Juan es considerada anticuada, mística e indigna de la inteligencia de los pensadores modernos.” (Patriarcas y profetas pág. 110, 133)

 

Características del Mensaje de Elías

 

1. fue atrevido al predicar, aún ante los reyes.

Elías dijo a Acab, “Yo no he perturbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los Mandamientos del Señor y siguiendo a los baales” (1Reyes 18:18).

Elías no mostró temor al predicar su mensaje en forma directa y sin rodeos ante gobernantes y gobiernos. Jesús dijo que esto ocurriría otra vez en los últimos días. “...y os llevarán ante gobernantes y reyes por mi causa, por testimonio a ellos” (Marcos 13:9).

No debemos buscar la aprobación de los hombres, sino de Dios. Para establecer un gran reavivamiento el mensaje de Elías debe ser una proclamación atrevida y sin temor de la verdad transparente y no comprometida que a veces no goza de popularidad.

“Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina; antes, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus pasiones, apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.” (2 Timoteo 4: 3,4).

 

2. Mantenía una dieta y estilo de vida sencillos.

“Te ruego me traigas también un bocado de pan en tu mano” (1 Reyes 17:11).

Elías era conocido por su dieta simple y su modo de vida rústica. Estos rigores básicos mantenían sus facultades mentales claras y sus cuerpos fuertes capacitándolos para la tarea especial que Dios los llamó a realizar.

Del mismo modo, en los últimos días, la iglesia debe despertar a la verdad acerca de la conexión estrecha entre cuerpo y espíritu. Lo que comemos y bebemos, al igual que nuestros hábitos personales de vida, tienen un efecto directo en nuestra claridad mental y habilidad para discernir la verdad. El poder para resistir la tentación puede remontarse en parte a una dieta simple y un estilo de vida moderado. Recuerde que el pecado sobrevino a la raza humana como resultado de comer algo equivocado.

“¡Dichosa, tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles y tus príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas y no por banquetear!” (Eclesiastés 10:17)

“Así si coméis o bebéis o hacéis otra cosa hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31).

 

3. Su vestimenta era sencilla y modesta.

“Un varón vestido de un manto de pelo y un cinto de cuero.” (2 Reyes 1:8).

En un tiempo en que los reyes y sacerdotes solían usar adornos lujosos y túnicas largas y ornamentadas, la modestia y sencillez de Elías y Juan constituían un reproche punzante.

Vivimos en una época en la que nunca antes se ha dado tanta atención a la moda y a la ostentación en forma tan arrogante. La meta principal de los diseñadores de modas modernos es destacar la sexualidad de la persona. Tristemente, todo es permitido -desde las perforaciones corporales hasta los tatuajes- aún entre cristianos profesos. Una vez más, la iglesia necesita desesperadamente a los Elías de los últimos días que den testimonio de Cristo dando un ejemplo de humildad y sencillez a través de vestimenta y apariencia modesta.

“Y vestíos del nuevo hombre, creado para ser semejante a Dios en justicia y santidad” (Efesios 4:24). “También que las mujeres se atavíen con ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni con oro, ni con perlas o vestidos costosos” (1 Timoteo 2:9)

 

4. Creía en hacer discípulos.

“Elías partió de allí y encontró a Eliseo y Elías pasó ante él y echó sobre él su manto” (1 Reyes 19:19).

Las Escrituras relatan que Elías no sólo convirtió a Eliseo en su discípulo, sino que también visitaba las escuelas de los profetas (también traducido “los discípulos de los profetas”) que estaban esparcidas por toda la tierra de Israel (2 Reyes: 2). Estos centros de entrenamiento combinaban la instrucción espiritual con la práctica de destrezas de trabajo y los jóvenes entrenados allí iban por todo Israel a enseñar a otros los caminos de Dios.

En forma similar, el último gran movimiento de Dios no será dirigido únicamente por el clero, sino por laicos llenos del Espíritu. Es por esto que el mensaje de Elías debe concentrarse en entrenar, hacer discípulos y movilizar a cada miembro de la iglesia de Dios.

 

5. Predicaba un bautismo de arrepentimiento y muerte al yo.

“Y Elías le dijo: Te ruego que te quedes aquí, porque el Señor me envía al Jordán” (2 Reyes 2:6).

Una de las señales distintivas del mensaje de Elías es el llamado al pueblo hacia el río Jordán -símbolo de arrepentimiento y bautismo. Los hijos de Israel tuvieron que cruzar el Jordán para entrar a la Tierra Prometida, así como nosotros entramos a las aguas del bautismo y cruzamos a una nueva vida.

“El entonces descendió. Se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios y su carne se volvió como la de un niño y quedó limpio” (2 Reyes 5:14).

“Por tanto, id a todas las naciones, haced discípulos bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19).

 

6. manifestó humildad.

“Y Elías subió a la cumbre del Carmelo, se postró en tierra, con su rostro entre las rodillas” (1 Reyes 18:42).

Antes de que Cristo vuelva, el pueblo de Dios habrá aprendido a reflejar el carácter manso y humilde de Jesús en una época de arrogancia y orgullo.

“Oh, hombre, el Señor te ha declarado qué es lo bueno y qué pide de ti. Sólo practicar la justicia, amar la bondad y andar humildemente con tu Dios” (Miqueas 6:8).

 

7. sufrió persecución religiosa.

“Entonces Jezabel envió un mensajero a decir a Elías: Que los dioses me traten con todo rigor si mañana a esta hora no he puesto tu persona como la de ellos (que habían sido asesinados)” (1 Reyes 19:2).

En el Antiguo Testamento, una reina pagana llamada Jezabel se casó con Acab, rey de Israel. Jezabel y su hija, Atalía, persiguieron al pueblo de Dios e intentaron convencer a Acab para que matara a Elías y a otros profetas.

La persecución sufrida por Elías pronto se repetirá. En los últimos días, “la madre de las rameras” y sus hijas perseguirán al remanente del pueblo de Dios, a los Elías de los días postreros, según nos relata Apocalipsis.

“Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer y fue a combatir al resto de la descendencia de ella, los que guardan los Mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (Apocalipsis 12:17).

“Y en su frente tenía escrito un nombre, un misterio: La gran Babilonia, madre de las rameras y las abominaciones de la tierra. Y vi a la mujer ebria de la sangre de los santos y de los mártires de Jesús” (Apocalipsis 17:5,6).

 

8. Le interesaba glorificar a Dios en grado sumo.

“Respóndeme, oh Señor. Respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, Señor, eres el Dios verdadero y que tú estás volviendo el corazón de ellos” (1 Reyes18:37).

La prioridad principal de aquellos que prediquen el mensaje de Elías será glorificar a Dios. Estarán enteramente consagrados a la causa de Dios como lo hizo Elías. Estarán dispuestos a cualquier sacrificio para que otros sean salvos; en otras palabras, empleados hasta el cansancio en la obra de Dios.

“Así, hermanos, por la tierna misericordia de Dios, os ruego que presentéis vuestro cuerpo en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto espiritual” (Romanos 12:1).

 

9. Reparó el altar de Dios.

“Entonces Elías dijo al pueblo: ‘Acercaos a mí’. Y todo el pueblo se llegó a él. Y él reparó el altar del Señor que estaba arruinado” (1 Reyes 18:30).

El mensaje de Elías será un llamado de trompeta para regresar a “la fe que una vez fue confiada a los santos” (Judas 1:3). Hoy, cuando tantos dicen que las enseñanzas de la Biblia son anticuadas y necesitan revisarse para adaptarlas a los tiempos, necesitamos recordar urgentemente que Dios dijo: “Yo, el Señor, no cambio” (Malaquías 3:6).

“Reedificarás las ruinas antiguas, levantarás los cimientos puestos hace muchas generaciones y serás llamado reparador de muros caídos, restaurador de calzadas para andar” (Isaías 58:12).

 

10. Su mensaje provocó reavivamiento y reforma.

“Envía ahora y junta a todo Israel en el monte Carmelo Y Elías se acercó al pueblo y les dijo: ¿Hasta cuándo vacilaréis entre dos opiniones? Si el Señor es Dios, seguidlo” (1 Reyes 18:19-21).

En los días de Elías, el pueblo de Dios se había corrompido por las influencias paganas a su alrededor y había comprometido la verdad de Dios (1 Reyes 19:14; Mateo 3:1,2). Este valiente profeta trajo un mensaje que produjo reavivamiento y reforma en el pueblo de Dios.

En nuestros días, una vez más gran parte del mundo cristiano parece estar tibio y mundano. Si el juicio va a comenzar en la casa de Dios (Ezequiel 9:6; 1 Pedro 4:17), entonces el reavivamiento seguramente ha de iniciarse allí también. Como el plan de Dios es que su pueblo difunda el mensaje al mundo entero, Él debe enviar primero el mensaje de Elías a su iglesia.

En el Antiguo Testamento, Elías condujo al pueblo al arrepentimiento y de regreso a Dios en el monte Carmelo. Entonces oró y Dios envió abundante lluvia para terminar la sequía. Del mismo modo, Juan el Bautista hizo un llamado al arrepentimiento y a aceptar a Jesús. Poco después, recibieron la lluvia temprana del Espíritu Santo en el Pentecostés. Los Elías modernos también habrán de predicar un mensaje de arrepentimiento. Entonces, cuando la iglesia se humille, la lluvia tardía del Espíritu de Dios caerá.

El mensaje de Elías encaminará a la gente hacia Dios. Elías- “El profeta Elías llegó y dijo: Oh, Señor, Dios de Abrahán, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios” (1 Reyes 18:36).

El deseo ardiente de los Elías contemporáneos será volver la mirada de la gente hacia Jesús, que lo conozcan y tengan vida eterna.

Si el Señor creyó que era importante enviar un mensajero especial para preparar a Israel para la primera venida de Jesús, ¿cuánto más importante es para Él enviar un mensaje especial y mensajeros para despertar a la iglesia para la segunda venida de Jesús -el punto culminante de la redención?

Dios Los Bendiga

 
 


 


 Orar es ... Hablar con Dios, y ... para hablar con Dios es necesario que creas que Él es y que está para galardonar a los que le buscan. En otras palabras ... Tienes que tener Fe en el Dios de amor. "Sin fe es imposible agradar a Dios ..." (Hebreos 11:6) Nuestra Fe es probada cuando hablamos con Dios, porque, estamos dirigiéndonos a alguien a quien nuestros ojos físicos no ven. Locura ... para el incrédulo, pero, para el creyente, es una necesidad y un deleite. Tú no ves al viento con tus ojos, pero sabes que existe porque lo sientes, ¿verdad? Lo mismo es con Dios, no lo vemos, pero, porque creemos en Él, lo sentimos. "Fe es ... la convicción de lo que no se ve." (Hebreos 11:1) Solo podemos establecer esa relación de amistad con Dios a través de Jesucristo, quien tomó nuestro lugar en la cruz para que pudiéramos tener paz con Dios.("Nadie viene al Padre ... sino por mí." Juan 14:6) Por eso, oramos al Padre en el nombre de Jesús. Y como no sabemos pedir como conviene, necesitamos la asistencia del Espíritu Santo, quien nos ayuda en nuestra debilidad intercediendo por nosotros conforme a la voluntad de Dios. (Romanos 6:26-27) La oración del justo es el gozo de Dios, por lo que Él espera que le alabemos, lo adoremos, le demos gracias por las bendiciones que cada día derrama sobre nuestras vidas y ... también espera que le pidamos. Se agrada cuando le confiamos todos nuestros asuntos y creemos de todo corazón que Él puede suplir todas nuestras necesidades ... espirituales, físicas y materiales. Cuando oramos afirmamos nuestra fe, confirmamos lo que somos en Cristo, reconocemos nuestra debilidad, dependencia y necesidad de Él y fortalecemos los lazos de amistad con nuestro amado Salvador. Los resultados de ese encuentro: una paz que sobrepasa todo entendimiento y una gratitud inmensa hacia nuestro Padre celestial por su gran e inefable amor. ¿Quieres aventurarte en el mundo de la fe y experimentar lo que hasta ahora ha sido para ti desconocido? Lo era para mí antes de conocer al Admirable, y ahora, me gozo en las maravillas que hasta entonces estaban vedadas por mi ceguera espiritual. Pero, un día ... "Me llevó a la casa del banquete que para mí tenía preparado, y su bandera sobre mí fue amor." (Cant. 2:4) "Las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado." Sal.16:6 No menosprecies el amor de Dios ni tengas en poco su amistad. Toma hoy la decisión de restaurar tu vida de oración y mejorar tu relación con Aquél que su vida dio por ti. Con sus brazos bien abiertos y su mirada tierna llena de amor ... Él te está esperando. Acude cada día a la cita más importante y ... vivirás la diferencia. ¿POR QUÉ SOY CREYENTE EN CRISTO?

Redención 

Porque fui comprado por el Santo de Israel en el mercado de los esclavos del pecado con la sangre que Cristo derramó en la cruz. Ahora soy libre y puedo servir a mi Señor (Rom.3:24; 1Co.1:30; Ef.1:7; Col.1:14; 1Co.6:19-20; 1P.1:18-19; 2P.2:1; Ap.5:9; Gá.3:13;4:5; Mt. 20:28; 1Ti.2:6; Tit.2:14). 

Reconciliación 

Porque Dios me reconcilió consigo mismo en Cristo, no tomando más en cuenta mis pecados (Rom.5:10-11; 2Co.5:18-19; Col.1:20-22). 

Propiciación 

Porque la ira de Dios no se revelará contra mí por mis injusticias. Dios puso a Jesucristo como propiciación por medio de mi fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, mis pecados pasados (Rom.1:18; 3:25; 1Jn.2:2;4:10).

Perdón 

Porque el Santo de Israel perdonó todos mis pecados: los pasados, los presentes y los futuros (Ef.1:7; Col.1:14;2:13). 

Justificación 

Porque he sido declarado justo delante de Dios, gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús (Rom.3:24;5:19;8:30). 

Glorificación 

Porque cuando Cristo, mi vida, se manifieste, entonces yo también seré manifestado con él en gloria (Rom.8:18.30; 9:23; Col.3:4; 1Jn.3:2). 

Liberación 

Porque el Dios Altísimo me hizo apto para participar de la herencia de los santos en luz; el cual me ha librado de la potestad de las tinieblas y trasladado al reino de su amado Hijo (Hch.26:18; Ef.2:1-2; Col.1:13; He.2:14-15). 

Circuncisión 

Porque en Cristo fui circuncidado con circuncisión no hecha a mano, al echar de mí mi cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo. Ahora reina en mí el temor de Dios, ahora puedo andar en el Espíritu y aborrecer las obras de la carne (Col.2:11). 

Acepto en el Amado 

Porque en Cristo soy agradable a Dios. En Cristo soy aceptable para Dios, porque en Cristo soy justo. En Cristo soy agradable para Dios, porque en Cristo soy santo. En Cristo soy aceptable para Dios, porque en Cristo soy perfecto. Dios me ha aceptado, porque él ha perdonado todos mis pecados. Dios me ha aceptado, porque él me hizo apto para participar de la herencia de los santos en luz (Ef.1:6; 1P.2:5; Rom.5:11-21; 1Co.1:30; 2Co.5:21; 1Co.1:2,30;6:11; He.10:14; Jn.3:18;5:24; Rom.8:1; Col. 1:12). 

Las primicias del Espíritu Santo 

Porque pertenezco a los primeros frutos del Espíritu Santo. Pertenezco a los primeros frutos del Espíritu Santo, porque he nacido de nuevo. He sido bautizado por el Espíritu Santo e integrado al cuerpo de Cristo. El Espíritu Santo vive en mí, por eso soy templo del Dios viviente, el Santo de Israel. Fui sellado con el Espíritu Santo de la promesa. Por eso estoy seguro de mi salvación eterna en Cristo. Dios me ha llenado con su Espíritu Santo, y me ha capacitado para el servicio (Rom.8:23; Jn.3:5-6; Tit.3:5; Rom.6:1-10; 1Cor.12:13; Rom.5:5;8:9; 1Co.3:16;6:19; Gá.4:6; 2Ti.1:14; 1Jn.2:27;3:24; 2Co.1:22; Ef.1:3-14;4:30; Ef.5:18). 

En el eterno plan de Dios 

Porque soy parte del eterno plan de Dios. Dios me eligió según su presciencia en santificación de su Espíritu, para obedecer y ser rociado con la sangre de Jesucristo. Fui predestinado por Dios para la redención, para que fuese hecho conforme a la imagen de su hijo. Fui escogido para la salvación en Cristo. Dios no solamente me predestinó para la redención, sino que también me llamó, me justificó y me glorificó (2Ti.1:9; Rom.8:29; Ef.1:5,11,12; 1P.1:1-2; Jn.6:65; Rom.8:29-30; Rom.8:33; Col.3:12; 1Ts.1:4; Tit.1:1; 1P.1:1-2; Ef.1:4; 2Ts.2:13; Rom.8:30;9:24; 1Ts.5:24; 2Ts.2:14; 2Ti.1:9; He.3:1). 

El fundamento de roca, que es Jesucristo 

Porque Cristo Jesús es el fundamento de mi fe. Él es mi fundamento seguro (Mt.7:24-27; 1Co.3:9-15; Ef.2:20-22; 1P.2:4-6). 

Cercanos por la sangre de Cristo 

Porque Dios me ha integrado a la ciudadanía de Israel por la sangre de Jesucristo (Ef.2:11-14). 

Pertenencia a un sacerdocio real y santo 

Porque pertenezco a un sacerdocio real y santo (1P.2:5,9; Ap.1:5-6;5:9-10). 

Trasladado al reino de los cielos 

Porque no pertenezco más al reino de las tinieblas, sino al reino de Dios (2P.1:11; Col.1:13; 1Ts.2:12). 

Linaje escogido, nación santa, pueblo adquirido 

Porque pertenezco a un linaje escogido, a una nación santa, a un pueblo adquirido por Dios, para anunciar las virtudes de aquel que me llamó de las tinieblas a su luz admirable (1P.2:9). 

Ciudadano del reino de los cielos 

Porque mi nombre está escrito en los cielos. Porque mi ciudadanía está en los cielos. Porque soy un ciudadano del reino de los cielos (Lc.10:20; 2Co.5:2; Ef.2:19; Fil.3:20; He.12:22-24; 1P.2:11-12). 

Miembro de la familia de Dios 

Porque no soy extranjero ni advenedizo, sino conciudadano de los santos, y miembro de la familia de Dios (1Co.3:9; Gá.6:10; Ef.2:19-20; 1P.2:5). 

Adopción 

Porque en Cristo soy hijo adoptivo de Dios; pues Dios me escogió para ser amado por él (Rom.8:15,23; Gá.4:5; Ef.1:4-5). 

Hijo de Dios 

Porque soy hijo de Dios. Soy nacido de Dios, porque creo que Jesús es el Cristo. Soy hijo de Dios, porque Dios me engendró. Soy nacido de Dios, porque aún estando yo muerto en pecado, me dio vida juntamente con Cristo. Por gracia soy salvo. Soy hijo de Dios, porque soy guiado por el Espíritu. Soy una nueva creación, porque estoy en Cristo (Jn. 1:12; Rom.8:16; 1Jn.3:1-2; 1Jn.5:1; 1P.1:23; 2Co.5:14-15; Ef.2:5; Col.2:13; Rom.8:14; 2Co.6:18; Gá.3:26;4:6-7; 1Jn.3:2; 2Co.5:17; Gá.6:15; Ef.2:10;4:24; Col.3:10). 

Parte de la unidad de los santos 

Porque soy parte de la unidad de los hijos de Dios (Jn.17:11,21-23; 1Jn.1:3:7). 

Luz en el Señor 

Porque en otro tiempo era tinieblas, mas ahora soy luz en el Señor. Soy hijo de la Luz (Ef.5:8; 1Ts.5:4-9). 

Relaciones celestiales 

Porque Dios me ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. Porque Dios me hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo; de tal manera que yo estoy allí, donde Cristo está. Participo en el servicio de Cristo, y en sus sufrimientos, y sirvo junto con él como siervo. Cristo escucha mis peticiones si oro conforme a su voluntad. Soy parte de la prometida de Cristo, que son los santos de Dios. Aguardo la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo (Gá.2:20; Col.3:3-4; 1Jn.5:11-12; Ef.2:6; Col.3:1-3; Jn.17:18;20:21; Rom.8:17; 2Co.1:5; Fil.1:29;3:10; 2Ti.2:12; Jn.14:12-14;16:23-24; 1Jn.5:14-15; 2Co.11:2; Ef.5:25-27). 

Perfección 

Porque en Cristo estoy completo (Col.2:10). 

Poseedor de toda bendición 

Porque en Cristo Dios me bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales (1Co.3:22-23; Ef.1:3). 

Regalo de Dios Padre al Dios Hijo 

Porque el Santo de Israel me entregó en las manos de su Hijo Jesucristo, quien me resucitará en el día postrero (Jn.6:37-40;17:2,6,9,13). 

Herencia de Cristo 

Porque Cristo me heredó (Ef.1:18). 

Coheredero 

Porque soy heredero de Dios, y coheredero con Cristo. Heredaré la resurrección de Cristo, y mi lugar en el reino de los cielos (Rom.8:17; Gá.4:7; Ef.1:11,14; Col.1:12;3:24; Tit.3:7; He.9:15; 1P.1:4). 

Libre de la ley 

Porque no estoy bajo la ley, sino bajo la gracia (Rom.6:14;10:4; 2Co.3:2-11; Gá.3:19; Ef.2:11-15; He.7:11-12). 

Muerto al pecado 

Porque mi viejo hombre fue crucificado juntamente con Cristo, para que mi vieja naturaleza sea destruida, a fin de que no sirva más al pecado. Ahora estoy capacitado por el Espíritu de Dios para una nueva vida (Rom.6:1-11; Gá.2:20). 

Unidad con Dios, con Jesucristo y con el Espíritu Santo 

Porque el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo viven en mí; y yo vivo en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (He.17:28; 2Co.6:16; Jn.17:21; 1Ts.1:1; 2Ts.1:1; Jn.14:23; Ef.4:6; Jn.14:20;17:21; Rom.8:1; 2Co.5:17; Jn.14:20,23; Col.1:27; Rom.8:9; Ef.2:22; Jn.14:16-17; Rom.8:9-11; 1Co.2:12;3:16;6:19; 2Ti.1:14). 

Entrada a la presencia de Dios 

Porque por la fe tengo entrada a la gracia de Dios. A través del Espíritu Santo tengo entrada al Padre. Por eso oro al Padre de Cristo. Por medio de la fe en Cristo tengo seguridad y acceso con confianza al Padre. Por eso tengo comunión con el Padre(Rom.5:2; Ef.2:18; Ef.3:12; He.4:16; 1Co.1:9; 1Jn.1:3). 

Bajo el cuidado de Dios 

Porque Dios me ama. Porque Dios me da su gracia. Pues por su gracia soy salvo, por su gracia puedo servirle y por su gracia recibo las verdades espirituales. Soy objeto de su poder, porque su poder puede revelarse a través de mí. Dios es siempre fiel a mí. Yo puedo ser infiel a Dios, pero Dios no puede ser infiel a mí. En mí vive la paz de Dios, porque Dios ha perdonado todos mis pecados en Cristo. Dios es mi consolador. Dios es mi Dios de toda consolación. Soy el objeto de su intercesión, porque Cristo intercede ante el Padre por mí (Jn.17:23; Rom.5:8;8:35-39; Ef.2:4;5:2; 2Ts.2:16; 1Jn.3:1,16;4:10; Jn.5:24;6:27,39,40,47; Ef.2:7-9; 1Jn.5:11-13; Rom.5:2; Fil.1:6; Jn.17:18; Ef.4:7; Tit.2:11-13; Ef.1:19; 1Co.1:9; 10:13; Fil.1:6; 1Ts.5:24; 2Ts.3:3; He.13:15; Jn.14:27;16:33; Rom.5:1; Fil.4:7; Col.3:15; 2Co.1:3-4;7:6; 2Ts.2:16-17; Rom.8:17,34; 1Ti.2:5; He.7:25; 1Jn.2:1). 

¿Por qué soy creyente en Cristo? Porque fui crucificado con Cristo. Porque morí con Cristo. Porque fui sepultado con Cristo. Porque fui vivificado con Cristo. Porque resucité con Cristo. Porque sufro con Cristo. Porque seré glorificado con Cristo. Porque heredaré con Cristo (Gá.2:19; Col.2:20; Rom.6:4; Ef.2:5; Col.3:1; Rom.8:17). 

¡Bendiciones! 

MIS CREDOS: EL FUNDAMENTO DE MI FE

[1] CREDO APOSTÓLICO 
 
 
Credo: Yo creo: 


Creo en Dios Padre todopoderoso, 
Creador del cielo y de la tierra.
Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, 
que fue concebido por obra del Espíritu Santo; 
nació de la virgen María; 
padeció bajo el poder de Poncio Pilato; 
fue crucificado, muerto y sepultado; 
descendió a los infiernos, 
al tercer día resucitó de entre los muertos; 
subió a los cielos, 
y está sentado a la diestra de Dios Padre todopoderoso, 
y desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. 

Creo en el Espíritu Santo;
la santa iglesia cristiana;
la comunión de los santos; 
la remisión de los pecados; 
la resurrección de la carne;
y la vida perdurable. 
Amén.

[2] CREDO NICENO 

Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, 
Creador del cielo y de la tierra 
y de todo lo visible e invisible. 

Y creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo unigénito de Dios,
engendrado del Padre antes de todos los siglos, 
Dios de Dios, luz de luz, verdadero Dios del verdadero Dios, 
engendrado y no hecho, consubstancial al Padre, 
y por quien todas las cosas fueron hechas; 
el cual por amor de nosotros y por nuestra salvación, 
descendió del cielo y, encarnado en la virgen María 
por el Espíritu Santo, fue hecho hombre; y fue crucificado 
también por nosotros bajo el poder de Poncio Pilato. 
Padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día 
según las Escrituras; y ascendió a los cielos, 
y está sentado a la diestra del Padre 
y vendrá otra vez en gloria a juzgar a los vivos y a los muertos,
y su reino no tendrá fin. 

Y creo en el Espíritu Santo, Señor y Dador de vida, 
que procede del Padre y del Hijo, 
que con el Padre y el Hijo juntamente es adorado y glorificado,
que habló por medio de los profetas. 
Y creo en una santa iglesia cristiana y apostólica. 
Confieso que hay un solo bautismo 
para la remisión de los pecados; 
y espero la resurrección de los muertos 
y la vida del mundo venidero. 
Amén. 

[3] CREDO ATANASIANO 

Todo el que quiera salvarse, 
debe ante todo mantener la Fe Universal. 
El que no guardare ésta Fe íntegra y pura, 
sin duda perecerá eternamente. 
Y la Fe Universal es ésta: 
que adoramos a un solo Dios en Trinidad, 
y Trinidad en Unidad, sin confundir las Personas, 
ni dividir la Sustancia. 
Porque es una la Persona del Padre, 
otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo; 
mas la Divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu es toda una,
igual la Gloria, coeterna la Majestad. 
Así como es el Padre, así el Hijo, así el Espíritu Santo.

Increado es el Padre, 
increado el Hijo, 
increado el Espíritu Santo.

Incomprensible es el Padre, 
incomprensible el Hijo, 
incomprensible el Espíritu Santo. 

Eterno es el Padre, 
eterno el Hijo, 
eterno el Espíritu Santo.

Y, sin embargo, no son tres eternos, sino un solo eterno; 
como también no son tres incomprensibles, ni tres increados,
sino un solo increado y un solo incomprensible. 
Asimismo, el Padre es Dios, 
el Hijo es Dios, 
el Espíritu Santo es Dios. 
Y sin embargo, no son tres Dioses, sino un solo Dios. 
Así también, Señor es el Padre, 
Señor es el Hijo, 
Señor es el Espíritu Santo. 
Y sin embargo, no son tres Señores, sino un solo Señor. 
Porque así como la verdad cristiana 
nos obliga a reconocer que cada una de las Personas 
de por sí es Dios y Señor, 
así la religión Cristiana nos prohíbe decir 
que hay tres Dioses o tres Señores. 

El Padre por nadie es hecho, ni creado, ni engendrado. 
El Hijo es sólo del Padre, no hecho, ni creado, 
sino engendrado.
El Espíritu Santo es del Padre y del Hijo, 
no hecho, ni creado, ni engendrado, sino procedente. 
Hay, pues, un Padre, no tres Padres; 
un Hijo, no tres Hijos; 
un Espíritu Santo, no tres Espíritus Santos. 
Y en esta Trinidad nadie es primero ni postrero, 
ni nadie mayor ni menor; 
sino que todas las tres Personas son coeternas juntamente 
y co-iguales. 
De manera que en todo, como queda dicho, 
se ha de adorar la Unidad en Trinidad, 
y la Trinidad en Unidad. 
Por tanto, el que quiera salvarse debe pensar así de la Trinidad.

Además, es necesario para la salvación eterna 
que también crea correctamente 
en la Encarnación de nuestro Señor Jesucristo. 
Porque la Fe verdadera, que creemos y confesamos, 
es que nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, 
es Dios y Hombre; 
Dios, de la Sustancia del Padre, 
engendrado antes de todos los siglos; 
y Hombre, de la Sustancia de su Madre, 
nacido en el mundo; perfecto Dios y perfecto Hombre,
subsistente de alma racional y de carne Humana; 
igual al Padre, según su Divinidad; 
inferior al Padre, según su Humanidad. 
Quien, aunque sea Dios y Hombre, 
sin embargo, no son dos, sino un solo Cristo; 
uno, no por conversión de la Divinidad en carne, 
sino por la asunción de la Humanidad en Dios; 
uno totalmente, no por confusión de Sustancia, 
sino por unidad de Persona. 
Pues como el alma racional y la carne es un solo hombre, 
así Dios y Hombre es un solo Cristo; 
El que padeció por nuestra salvación, 
descendió a los infiernos, 
resucitó al tercer día de entre los muertos. 
Subió a los cielos, está sentado a la diestra del Padre, 
Dios Todopoderoso, 
de donde ha de venir a juzgar a vivos y muertos. 
A cuya venida todos los hombres resucitarán con sus cuerpos 
y darán cuenta de sus propias obras. 
Y los que hubieren obrado bien irán a la vida eterna; 
y los que hubieren obrado mal, al fuego eterno. 

Esta es la Fe Universal, 
y quien no lo crea fielmente no puede salvarse.


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